La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos el martes 29
de mayo de 1453 (de acuerdo con el calendario juliano) fue un hecho
histórico que, en la periodización clásica, y según algunos
historiadores, marcó el fin de la Edad Media en Europa y el fin del
último vestigio del Imperio romano de Oriente.
El sitio comenzó oficialmente el 7 de abril de 1453.
Mehmed ordenó que las tropas descansasen el 28 de mayo para prepararse para el asalto final en el día siguiente, ya que sus astrólogos le habían profetizado que el día 29 sería un día nefasto para los infieles.
Durante esa madrugada del 29 de mayo de 1453, el sultán otomano Mehmed lanzó un ataque total a las murallas, compuesto principalmente por mercenarios y prisioneros. El ejército turco atacó durante más de dos horas, sin vencer la resistencia bizantina.
Los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento jenízaro otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna, y muchos de ellos fallecieron al caer al foso.
Mehmed II entró en la ciudad por la tarde, junto a sus generales Zağanos Pasha y Mahmud Pasha, y ordenó que la catedral (Santa Sofía) fuese convertida en mezquita. Los bizantinos fueron autorizados para residir en la ciudad bajo la autoridad de un nuevo patriarca, el teólogo Jorge Scolarios, que adoptó el nombre de Genadio II, designado por el propio sultán para que no hubiera revueltas.
Constantinopla pasó a ser la capital del Imperio otomano y Mehmed II se declaró emperador romano.
El sitio comenzó oficialmente el 7 de abril de 1453.
Mehmed ordenó que las tropas descansasen el 28 de mayo para prepararse para el asalto final en el día siguiente, ya que sus astrólogos le habían profetizado que el día 29 sería un día nefasto para los infieles.
Durante esa madrugada del 29 de mayo de 1453, el sultán otomano Mehmed lanzó un ataque total a las murallas, compuesto principalmente por mercenarios y prisioneros. El ejército turco atacó durante más de dos horas, sin vencer la resistencia bizantina.
Los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento jenízaro otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna, y muchos de ellos fallecieron al caer al foso.
Mehmed II entró en la ciudad por la tarde, junto a sus generales Zağanos Pasha y Mahmud Pasha, y ordenó que la catedral (Santa Sofía) fuese convertida en mezquita. Los bizantinos fueron autorizados para residir en la ciudad bajo la autoridad de un nuevo patriarca, el teólogo Jorge Scolarios, que adoptó el nombre de Genadio II, designado por el propio sultán para que no hubiera revueltas.
Constantinopla pasó a ser la capital del Imperio otomano y Mehmed II se declaró emperador romano.
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